IV DOMINGO DE PASCUA
CICLO A – 2017
Hch 2, 14a. 36-41 / Sal 23 (22) / 1Pe 2, 20b-25 // Jn 10, 1-10
“Antes andaban como ovejas extraviadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas”. (1Pe 2, 25)
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos todos a esta celebración de la vida en el Señor: la Pascua. Hoy nos reúne el amor supremo de nuestro buen pastor: Cristo, el Señor. Él al ser levantado por el poder el Espíritu Santo vive en nuestra Iglesia, nos congrega, guía y custodia hasta el redil del Padre de las misericordias.
Con el salmista aclamemos al Pastor de pastores y Señor de señores.
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
Durante la Pascua atendemos a los libros que permitieron a la primera Iglesia configurar su fe en el resucitado e Hijo de Dios; el camino no fue fácil, pues la hostilidad del mundo exterior fue grande, pero también porque el mensaje era, y sigue siendo muy directo, convertirse y proclamar el Nombre de Jesús. Él es el pastor supremo por quien hemos recibido el perdón de los pecados y la reconciliación con el Padre, en su sangre somos sostenidos y en él conocemos la ternura de Dios.
Escuchemos, pues, la Sagrada Escritura y la voz del Espíritu.
ORACIÓN DE LOS FIELES
R/. Buen pastor, escucha nuestras súplicas.
1) Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Que tu Iglesia, Señor, unida en torno al cayado del Papa Francisco y los obispos, sea un recinto de vida y misericordia para el mundo.
2) Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús. Que todas las naciones de la tierra vean la luz de Cristo y, atentos a su mensaje, se construyan con base a la justicia, la bondad y la caridad predicada por ti.
3) Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Que nuestros hermanos que sufren a causa del dolor, la enfermedad, la soledad o la contrariedad, pongan su esperanza en tí, Pastor sublime, y sientan la caricia de tu providencia.
4) Tú nos has dicho: Yo soy la puerta; si uno entra por mí estará salvo. Señor, que esta comunidad de fe, unida a las intenciones de nuestro obispos (o párroco) N., sea una puerta que acerque a muchos al poder de tu Pascua y la vida nueva que nos ofreces.
MONICIÓN AL OFERTORIO
Presentemos al buen pastor los dones de nuestro trabajo, depositemos en su altar nuestros afanes y cansancios para que su gracia los transforme en bondad, verdad y amor. Que en este pan, vino y agua, sean presentadas todas nuestras intenciones, en especial las de nuestros pastores: nuestro obispo, nuestro párroco y todos sus colaboradores, de modo que nos mantengamos firmes en la comunión y la santidad. Dichoso, hagamos nuestra ofrenda.
MONICIÓN A LA COMUNIÓN
El Señor es mi pastor, nada me faltará, así decíamos con el salmista. De nuevo, traigamos esta alabanza a nuestros corazones y pasemos a comulgar con Cristo: el buen Pastor, quien nos llama a una nueva vida y, venciendo la muerte, nos llena de una esperanza que vence aun nuestras limitaciones. Con corazón gozoso pasemos al altar y adoremos a nuestro salvador.
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